¿Es posible educar el sentido del gusto desde el vientre materno?
- María Eugenia Mauvecin
- 20 nov 2020
- 2 Min. de lectura

El desarrollo del sentido del gusto comienza desde el vientre materno y se va modificando desde entonces.
Nuestra preferencia por un sabor u otro no es algo determinado biológicamente sino que es el resultado del aprendizaje, de nuestras experiencias. Comencemos por lo básico...
¿Qué son las papilas gustativas y cómo se desarrollan?
Las papilas gustativas son receptores gustativos, se encuentran en la lengua y son las encargadas de promover el sentido del gusto.
Según su localización, van a detectar mejor cierto tipo de sabor (dulce, salado, amargo, ácido y umami). Comienzan a aparecer alrededor de la semana 8 de gestación, y terminan de madurar sobre la semana 14-15. Al comenzar el 2º trimestre, el bebé ya es capaz de tragar el líquido amniótico que lo rodea, cuya composición va cambiando a lo largo del embarazo. Este líquido también absorbe el sabor de las comidas de la dieta materna y de esta forma el bebé tiene su primer contacto con los alimentos.
Cuanto más variada sea la alimentación durante el embarazo, mayor exposición a diferentes sabores tendrá el bebé; esto resulta beneficioso al momento de iniciar la alimentación complementaria para favorecer la aceptación a nuevos alimentos.
Una vez que nacen, ¿qué sucede?
Fuera del vientre materno, la percepción de los sabores es más potente, porque participa otro sentido: el olfato.
Los sabores de los alimentos que ingiere la madre, pasan a la leche materna; de esta forma, aquellos bebés que son amamantados continúan recibiendo estos estímulos gustativos, “educando” su paladar.
En un principio los recién nacidos tienen una predilección por el sabor dulce y rechazo por sustancias amargas, pero con el paso de los meses, esta preferencia irá variando; incluso a lo largo de la vida!
El sentido del gusto, se puede educar.
¿Cuántas veces recordamos algunos alimentos que de pequeños rechazábamos y ahora nos agradan? o viceversa…
Recuerdo cuando era niña no me gustaban las lentejas ni el brócoli, y ahora son alimentos que incluyo en mi alimentación habitual y disfruto al comerlos. El melón nunca me gustó, a mi parecer le faltaba sabor! Pero cuando estuve embarazada, fue uno de mis antojos durante el verano y ahora es una de mis frutas preferidas…
Volviendo al tema principal, saber que desde el embarazo podemos influir en el desarrollo del gusto y preferencias alimentarias de nuestro bebé es una gran ventaja!
La llegada de un bebé, o su planificación, puede ser un momento ideal para mejorar hábitos en la alimentación y el estilo de vida. No solo trae beneficios para la mamá, para el bebé, sino para toda la familia!
Sin imaginarlo, podemos favorecer el desarrollo de una alimentación saludable mucho antes de lo que pensábamos!
Otras formas de influir en las preferencias alimentarias….
La variedad de alimentos que ofrecemos. Si todos los días comemos lo mismo, o manejamos una cantidad limitada de ingredientes en nuestras comidas, la alimentación se vuelve aburrida y monótona, y la posibilidad de incorporar nuevos alimentos o sabores se hace más difícil.
El momento de las comidas.
Aunque no está relacionado directamente con los alimentos, otra cuestión importantísima es el contexto que rodea las comidas. Es importante crear un ambiente tranquilo, relajado, evitando influencias negativas que puedan alterar, por un lado la percepción y gusto por un alimento, y por otro, el momento de compartir en la mesa.
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